Redes sociales pueden causar mucha soledad e imponen muros: jesuita

Jue, 11 Oct 2018
Las personas basan sus conversaciones actuales en trending topics; solucionan y afrontan conflictos por WhatsApp
José María Rodríguez Olaizola, sociólogo jesuita, habla en la IBERO del tema de su libro ‘Bailar con la soledad’
  • José María Rodríguez Olaizola, S. J.
  • Entre otros lugares, el Padre presentó su libro 'Bailar con la soledad' en la IBERO Ciudad de México.

Las redes sociales pueden generar mucha soledad en mucha gente, consideró José María Rodríguez Olaizola, SJ, sociólogo que acudió a la Universidad Iberoamericana Ciudad de México para presentar su libro Bailar con la soledad.

En su plática, el jesuita –quien fue invitado a acudir a la IBERO por parte de su Centro Universitario Ignaciano (CUI)-, dijo que son muy delgados los lazos en las redes sociales, como Facebook, donde “cómo vas a tener cinco mil amigos; tienes cinco mil contactos”.

La trampa de esto es que hay quienes reprenden a otros que no les contestan sus mensajes privados, pese a ‘ser amigos en Facebook’, pues vuelcan en ellos expectativas “porque para mucha gente esos lazos se han vuelto una alternativa a lazos que no se tienen” en la vida real.

El mundo de la comunicación virtual, digital, “ha transformado mucho la manera de relacionarnos”, al grado de que ahora vivimos en una sociedad mediática, aseveró el Padre.

La cuestión es que en este mundo mediático, los temas de conversación en las redes sociales se determinan con base en el trending topic, o sea, se habla de lo que hablan todos. Y aunque es una conversación, no necesariamente es una que produzca encuentro, “porque hay muchas cosas en las cuales lo personal cuesta afrontarlo. Es decir, la conversación personal llega. No la primera vez que te sientas al lado de alguien y quieres hablar, llega después de tiempo; pero no tenemos ese tiempo”.

Más todavía, en la actualidad ciertas conversaciones personales inevitables se tienen; pero por el WhatsApp. Por ejemplo, en el trabajo, muchos conflictos se solucionan o afrontan por WhatsApp, donde la gente discute las cosas; pero luego las mismas personas se ven cara a cara y no se dicen nada. “Gestionas los problemas de otra manera, y a lo mejor evitas un enfrentamiento que produzca mal ambiente, pero también dificulta el decir, vamos poniéndonos muros. Todo eso es este mundo digital”.

No obstante, las conversaciones en las redes sociales muchas veces son tremendamente estridentes, brutales y terribles. “Y dónde encuentras gente con la que hablar de manera constructiva sobre tantos temas necesarios, dolorosos, hirientes; ciertamente, no en el mundo mediático. Pero en el mundo mediático estamos, y es el mundo mediático el que genera a veces discusión, diálogo, titulares, y eso deja muy sola a la gente que está en todos los campos en tierra de nadie”.

Este ambiente mediático de debates es el que funciona, como se ve en la política y otros tantos ámbitos, con exabruptos que pasan sin pena ni gloria, algo que hubiera sido impensable hace 10 o 15 años. “Esto va generando ese mundo en el cual es muy difícil el encuentro, que ciertamente no en las redes; pero el tema es que mucha gente pasa en las redes buena parte de su vida y tienen pocas posibilidades de encuentro”.

Bailar con la soledad

La soledad es un tema del que Rodríguez Olaizola viene hablando desde hace mucho tiempo, cuando el portal web Vida Nueva Digital publicó su artículo Archipiélago humano, en cuyos primeros párrafos menciona:

“A veces tengo la sensación de que todos tenemos algo de islas. Vivimos en contacto con otras personas (muchas o pocas, eso ya depende, pues cada historia es única). Nos vemos a distancia (mayor o menor, pero distancia). Y entre esas gentes cuya vida se entreteje con la tuya va habiendo de todo: padres, hermanos, hijos, compañeros de trabajo o de comunidad, amigos, amores, jefes, subordinados, pareja, gente a quien atendemos, otros que nos atienden…

Y por más que se cruzan nuestros caminos, que nos reconocemos y compartimos partes del trayecto; por más que buscamos y, en ocasiones, hasta encontramos intimidad, cercanía, o amor… también hay en cada uno de nosotros un punto de soledad, de unicidad, de hondura a donde nadie más se asoma. Hay tantos pensamientos, ideas y emociones que nunca compartiremos… Tanto secreto en nuestros deseos, ilusiones, llantos o miedos. Hay tanta vida oculta, cotidiana, anónima, en nuestros días”.

Para el Padre, la soledad es una experiencia universal que les pasa a todos, pues hay soledad en todas las vidas y en diferentes momentos de la misma. Existe la soledad del célibe; la soledad de los padres, que no encuentran hablar con los hijos; la soledad del adolescente; la soledad de tomar decisiones por uno mismo; la soledad de hacerse mayor, la famosa crisis de los 40; la soledad de envejecer, de los achaques, de no querer ser dependiente, ni estorbar; y la mayor soledad, es acostarse al lado de la pareja de la que alguien se siente tan distante.

Los anteriores son ejemplos de una soledad mordiente, que duele; y de que a veces se puede estar acompañado y tener una vida solitaria. Asimismo, hay motivos para la soledad, en lo que el jesuita considera las tres grandes heridas contemporáneas:

1.    La herida del amor. Hoy en día es muy difícil encontrar el amor verdadero, pues mucha gente sólo quiere la parte brillante y sensible del amor, sin estar dispuesta a cargar con la parte de ‘tormenta’.

2.    La herida de la muerte. En el mundo contemporáneo se ha convertido a la muerte en algo que se oculta y que se debe vencer.

3.    La herida del silencio de Dios. La fe está cada vez más cuestionada y defender el credo se vuelve algo solitario.

Afrontar la soledad es algo que el español Rodríguez Olaizola sugiere hacer bailando; y la música para llevar a cabo ese baile “propongo encontrarla en el Evangelio, que habla mucho de la soledad”.

El libro Bailar con la soledad fue dado a conocer recientemente por Buena Prensa, editorial de los jesuitas en México, en la IBERO Ciudad de México, en la IBERO Tijuana, en la Parroquia Cristo Sumo Sacerdote (Chihuahua) y en el Colegio Fray Luis de León (Querétaro). En Centroamérica se hicieron presentaciones en la Ciudad de los Niños (Cartago, Costa Rica) y en el Centro de Espiritualidad Agustino Recoleta (San José, Costa Rica).

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN/ICM

 

 

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