¿En qué somos líderes? Fortalezas de la IBERO a lo largo de 75 años

Jue, 9 Ago 2018
La Universidad Iberoamericana es una institución humanista, es decir, busca el desarrollo afectivo de las personas
  • La formación humanista busca el crecimiento personal y que éste sirva a la sociedad (IBERO).
Por: 
Mtra. Elvia González del Pliego*

El 75 aniversario de la Universidad Iberoamericana ha sido y es una excelente ocasión para conversar con quienes hemos egresado de esta casa de estudios y preguntarnos en qué hemos sido líderes a lo largo del tiempo y cuál es ese sello que distingue a nuestra alma máter de otras instituciones de educación superior. En la mayoría de ocasiones, la respuesta principal ha sido subrayar que la Ibero es, ante todo, una universidad humanista.

En este sentido, las preguntas que nos daremos a la tarea de responder en este artículo son las siguientes:

  1. ¿Qué significa ser una universidad humanista en el siglo XXI?; 
  2. ¿Somos una institución de educación superior que se distingue por su humanismo?
  3. ¿En qué radica nuestro humanismo?
  4. ¿Por qué es necesario mantener ese sello distintivo en los próximos años y qué necesitamos hacer para afianzarlo?

Algunas posibles respuestas

La educación humanista desde el punto de vista de la psicología consiste en considerar el desarrollo afectivo de las personas, más allá de los conocimientos científicos, lo cual impacta igualmente al proceso de enseñanza-aprendizaje y en los resultados que esperamos de ello en la sociedad.

Carl Rogers (1902-1987), uno de los fundadores del enfoque humanista en psicología, propone trascender la mirada pasiva o determinista enfatizada por el psicoanálisis y el conductismo, con el fin de impulsar y desarrollar el potencial humano en su máxima expresión, animando a las personas a hacerse responsables de sí mismas, de su crecimiento y del crecimiento de sus comunidades.

Por otra parte, y además de lo antes señalado, hablaremos también un poco de educación y del currículo escolar. Según Imbernón, Majó, Mayer, Mayor Zaragoza, Menchú, Tedesco (2002), “sin educación no hay futuro; y si lo hay, es un futuro que condena a los pueblos, a los ciudadanos y las ciudadanas, a la alienación, a la explotación, a la dependencia y al sometimiento a otros. Hurtar a la humanidad el derecho a la educación es privarla de una de las herramientas más importantes que puede tener a su disposición, la que le permite desarrollar la capacidad de emitir juicios y realizar acciones autónomas, de escoger y de razonar los motivos por los que ha hecho una elección u otra. Es hurtarle la capacidad de deliberar, debatir, comprender y aceptar las razones ajenas. Pero para ello la educación no debe limitarse a preparar personas cultas, que también, sino que debe, sobre todo, educar para la ciudadanía. Aprender a ser ciudadano y ciudadana es desarrollar el derecho, como recoge la definición —“Ciudadano: Habitante de las ciudades o de estados modernos como sujeto de derechos políticos y que intervienen, ejercitándolos, en el gobierno del país” (Diccionario de la lengua española)— de participar en su gobierno, y no únicamente de ejercer el derecho de voto… La educación, mediante la reflexión y el análisis de lo que significa el ejercicio de las ciudadanías, debe crear nuevos tipos de sujetos sociales y políticos para mejorar esa experiencia social compartida” (p. 6).

Asimismo y retomando a Casarini (1997), la Unesco señala que la prospectiva educativa deberá considerar un conjunto de actitudes y valores al elaborar los contenidos; valores y actitudes que formen parte de la moral humana en lo que tiene de más general, entre los cuales se encuentran el sentimiento de solidaridad y justicia; el respeto a las y los demás; el sentido de responsabilidad; la estima del trabajo humano y sus frutos; las actitudes y valores concernientes a los derechos humanos fundamentales; la defensa de la paz; la conservación del entorno; la identidad y dignidad culturales de los pueblos; otros valores sociales, éticos y morales llamados a suscitar entre las y los jóvenes una visión amplia del mundo (p. 45).

Casarini, al hablar de currículo formal o plan de estudios señala que sus fuentes son sus nutrientes y que sirven a quienes lo diseñan para articular posiciones sobre tres aspectos de la realidad educativa: la sociedad y la cultura (fuente sociocultural); la enseñanza y el aprendizaje (fuente psicopedagógica) y el conocimiento, la especialización y el trabajo (fuente epistemológica-profesional).

Ahora bien, hablando de las necesidades sociales, culturales, económicas y políticas de que existan las escuelas y universidades y del papel que el currículo representa en todo esto, se puede decir que lo que en éstas se enseña es aquello que el gobierno, la sociedad y la institución educativa han decidido que debe ser enseñado y, en nuestro caso, esta última forma parte del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) que es una obra educativa de la Compañía de Jesús. El SUJ ha definido entre sus campos de acción el apartado de pobreza y exclusión, señalando que “la pobreza y la exclusión en todas sus dimensiones: económica (equidad, ingreso, empleo, tecnología), social (salud, nutrición educación, habitación), política (autoritarismo, manipulación, ciudadanía, autonomía, soberanía), cultural (identidades, sabiduría, valores, discriminación) y ambiental (degradación del entorno, sustentabilidad), constituyen un reto complejo para la imaginación y la acción universitarias, ya que afectan a la mayoría de la población en México. Ante esta realidad, las Universidades Jesuitas adquirimos el compromiso de generar un diálogo sistémico interdisciplinar desde la investigación socialmente comprometida y la experiencia docente, hasta la intervención en el entorno inmediato de nuestros planteles y la interlocución con los responsables de las políticas públicas” (SUJ, 2018).

En este sentido cabe mencionar que Casarini plantea que “cada grupo social, desde siempre, enfrenta el problema de conservar sus creaciones culturales y al mismo tiempo acrecentarlas y transmitirlas, puesto que su propia sobrevivencia física, emocional y cognitiva depende de esos procesos. Esta necesidad da origen a un conjunto de prácticas sociales que tendrán por objeto propiciar que los miembros de un grupo social asimilen aquellos múltiples aspectos de la cultura, a fin de incorporarlos como miembros activos en la conservación de ésta y, al mismo tiempo, como agentes creadores de nuevas formas culturales”, (p. 13).

En este sentido, las escuelas y universidades son los lugares donde se transmiten las ideologías, cultura, conocimientos científicos, valores, etcétera, al estudiantado; donde se le forma para incidir en los ámbitos social, económico, educativo, científico, tecnológico, jurídico, cultural y político, entre otros. El alumnado, a su vez es insumo y resultado de nuestro trabajo integral como institución educativa, en el que la formación docente tanto para que pueda cumplir con los objetivos del programa de estudio, como para que en su praxis actúe con base en los valores que consideramos pertinentes, además de promoverlos en el discurso, es fundamental.

Ahora bien, retomando lo señalado anteriormente sobre las fuentes del currículo, los requerimientos de la fuente sociocultural corresponden a todas aquellas actitudes, valores, tradiciones, creencias, destrezas, procedimientos, que conforman la identidad social y nacional, así como a las problemáticas propias del país y del mundo, que al tomarse en cuenta prepararán al alumnado para integrarse a la sociedad a la que pertenece y puedan incidir y vivir en comunidad.

En nuestra universidad, tomando en cuenta la cuestión de la retroalimentación que hay entre sociedad y escuela, es muy importante notar lo que hemos hecho de acuerdo a las demandas sociales de respeto y reconocimiento de facto a los derechos humanos de primera, segunda y tercera generación, lo cual ha implicado acciones administrativas y educativas a favor de la sustentabilidad, de la igualdad y equidad de género, de la denuncia para la eliminación de la violencia de género y discriminaciones por cualquier razón, del hostigamiento y acoso sexual, trabajar a favor de la construcción de la paz, la protección de las personas migrantes, el reconocimiento y valoración de las personas indígenas y sus tradiciones, entre otros.

Lo que hemos hecho y lo que necesitamos fortalecer

Lo que hemos hecho en estos años se ha convertido en un sello distintivo del humanismo de nuestra universidad que es de gran relevancia para estos tiempos, porque la realidad social de nuestro país nos muestra graves problemas de discriminación y violencia que el personal, el alumnado y el profesorado necesitan reconocer y conocer para ejercer su ciudadanía y trabajar para transformarlas en su vida y en las comunidades a donde pertenecen. Entre estas problemáticas encontramos, por ejemplo, que según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis, 2010) cuatro de diez personas en México no estarían dispuestas a que en su casa vivieran personas homosexuales, 44.1% respondió esto con relación a mujeres lesbianas y 43.7% con relación a hombres gays. Tres de cada diez señalaron lo mismo en relación con personas que viven con VIH-Sida. Los mayores rechazos se encontraron en la población de 60 años de edad y más (60.2%), seguida de quienes tenían entre 12 y 17 años de edad (50.2%).

En cuanto a nivel económico, las personas pertenecientes al nivel medio alto y alto resultaron ser quienes menos resistencia presentarían ante esta situación (30%) y las personas pertenecientes al nivel muy bajo fueron quienes mayor renuencia mostraron (50.5%). Con relación a la escolaridad, quienes se mostraron más a favor en este tema fueron las personas con posgrado (72.0%), seguidas por quienes cuentan con una licenciatura (68.2%), bachillerato (64.7%), secundaria (55.8%), primaria (41.7%) y ninguna (31.3%) (Conapred, 2010). Asimismo, cuatro de diez personas sin escolaridad consideran negativo que la sociedad esté compuesta con personas con diferentes orientaciones sexuales. En cambio, a nivel licenciatura, cuatro de cada diez personas opinan que es positivo (Conapred, 2010). En la Enadis 2010 también se encontró que la mayor proporción de personas que considera que no se respetan los derechos de las personas indígenas es de 49.6% entre quienes tenían 18 y 29 años de edad. Esta apreciación coincidió entre quienes cuentan con licenciatura en 57.0%, seguida por 55.6% de quienes tenían preparatoria terminada, dejando en último lugar a quienes no tenían ninguna escolaridad. En cuanto a los principales problemas que percibe la población indígena se encuentran la discriminación (20%) y la pobreza (9%) (Conapred, 2010).

Por otra parte, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh, 2016), 30.7 millones de mujeres han sido sujetas a actos violentos y discriminatorios alguna vez a lo largo de su vida, y 10.8 millones de mujeres fueron sometidas a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual. En cuanto a los ámbitos donde se presenta la violencia contra las mujeres (a lo largo de su vida), éstos son: laboral: 26.6%; comunitaria: 38.7%; familiar: 10.3% (en los últimos diez meses) y escolar: 25.3%. A lo largo de su relación de pareja actual o última: 43.9% (INEGI, 2016).

Como podemos observar, el nivel de escolaridad incide en la apreciación de estas problemáticas, por lo que nos queda claro que, en congruencia con los objetivos de acción estratégicos sobre pobreza y exclusión del SUJ, así como de la misión de la Compañía de Jesús, de acuerdo a la Congregación General XXXIV, Decreto 14: “Los jesuitas y la situación de la mujer en la iglesia y en la sociedad”, en la Ibero hoy en día estamos haciendo lo necesario para formar ciudadanas y ciudadanos que puedan incidir en un cambio social a mediano y largo plazo.

Así pues, en términos prácticos y para trabajar estas y otras problemáticas a través de los años, se han echado a andar varios programas de incidencia, entre los que está el recientemente creado Programa de Asuntos de Género a fin de comenzar con la transversalización de la perspectiva de género en la universidad, así como para desarrollar proyectos de incidencia social con el estudiantado y profesorado, así como con otros actores sociales. Asimismo, además de otros posgrados de gran relevancia como los son por ejemplo las maestrías en Derechos Humanos y en Migración, hoy contamos con el primer Doctorado en Estudios Críticos de Género en el país.

Como podemos ver, en la Universidad Iberoamericana a lo largo de estos 75 años, hemos reforzado la educación humanista dándole un sello distintivo al considerar además de los requerimientos cognitivos específicos de nuestro alumnado y de los factores políticos, culturales, sociales y económicos que toda institución educativa debe tomar en cuenta, las problemáticas sociales que más dañan el tejido social del país y del mundo, en congruencia con los objetivos estratégicos del SUJ y los valores de justicia, igualdad, solidaridad, paz, etcétera, que se promueven en la Compañía de Jesús y que son de gran importancia para el desarrollo del estudiantado como seres integrales, preparados acorde a las necesidades y realidades de la sociedad.

Es indispensable que se mantenga este sello distintivo en los próximos años si queremos incidir para transformar y reconstruir el tejido social. Para ello necesitamos fortalecer con esta mirada nuestro trabajo y formación en diversos ámbitos, tanto en el área académica como en la administrativa.

REFERENCIAS

Casarini, M. (1997), Teoría y diseño curricular, Monterrey, México, Trillas-UV.

Imbernón, F. (coord.), Majó, J., Mayer, M., Mayor Zaragoza, F., Menchú, R., Tedesco, J. (2002), Cinco ciudadanías para una nueva educación, Barcelona, Editorial Graó.

Rogers, C. R. (1951), Client-centered therapy, Boston, Houghton Mifflin.

Sistema Universitario Jesuita (SUJ) (2018). Origen del CEAPE-SUJ. Recuperado de: http:// ceape-suj.leon.uia.mx/

Documentos: CONAPRED (2010): Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis). Recuperada de http://www. conapred.org.mx/index.php?contenido=pagina&id=424&id_opcion=436&op=436 INEGI (2016).

Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh). Recuperada de http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/ enchogares/especiales/endireh/2016/

*La Mtra. Elvia González del Pliego es licenciada en Relaciones Internacionales por la Ibero, maestra en Educación con especialidad en Comunicación Intercultural por el ITESM y maestra en Igualdad y Género por la Universidad Jaume I (UJI) de España. Actualmente cursa el Doctorado Interdisciplinario en Estudios de Género, con la especialidad en Educación y Género. De manera voluntaria, desde 2013 hasta febrero 2015, fue Coordinadora General del Consejo Temático de las Mujeres, dentro de los Consejos de Participación Ciudadana del Municipio de Querétaro. Actualmente es coordinadora del Programa de Género en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

(El texto original fue publicado en la revista IBERO)

 

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