El lenguaje permite repensar la violencia de género: Cecilia Palmeiro

Vie, 8 Feb 2019
La activista social ofreció en la IBERO la conferencia ‘Ni una menos: una revolución desde el sur y desde abajo’
  • Cecilia Palmeiro, escritora y activista social.

El lenguaje permite a las mujeres desautomatizar su percepción y repensar la violencia de género y el femicidio, afirmó la doctora Cecilia Palmeiro, escritora, activista social y docente, quien visitó la Universidad Iberoamericana Ciudad de México para dictar la conferencia ‘Ni una menos: una revolución desde el sur y desde abajo’.

Palmeiro, una de las fundadoras de ‘Ni Una Menos’, dijo que en este colectivo empezaron a conectar el femicidio con otras violencias: simbólicas, verbales, patrimoniales, económicas y físicas, por supuesto. Esto, que actualmente resulta obvio, no lo era en el discurso público, donde la violencia de género aparecía como un accidente.

Sin embargo, la docente de la Universidad de Buenos Aires considera que la literatura puede proveer a la política de un discurso eficaz, que sea una crítica radical del mundo e invente conceptos que lleven a crear cosas positivas para las mujeres. Por ejemplo, en Ni una menos dicen: vivir la vida que queremos vivir, crear el mundo donde queremos vivir; “y para eso el lenguaje es fundamental, para comenzar a pensar estas ideas”.

Resulta interesante ver cómo ahora las niñas y jóvenes hablan de patriarcado y deconstrucción, conceptos críticos que hace diez años eran propios sólo del ambiente universitario, y hoy son de dominio público, porque se empezaron a aplicar para cambiar la vida personal y la vida colectiva de la gente.

Una forma de empujar este lenguaje nuevo, este lenguaje político, es creando una estética y una poética de un mundo nuevo, donde se vive moldeando la propia vida, no sólo aceptando y repitiendo los estándares, sino cuestionándolos, alentando procesos de singularización y de transformación, para empezar a crear algo diferente.

Un ejemplo de ese lenguaje se dio en Argentina, al que Cecilia Palmeiro llama 'lenguas de locas'; las de las Madres de la Plaza de Mayo que aparecían con pañales de niños en la cabeza y gritaban a los militares: ¿dónde están nuestros hijos?  Se los llevaron vivos, los queremos vivos. Esta consigna, como la de los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, porque vivos se los llevaron, vivos los queremos, “son conceptos, son oraciones, son imágenes que atraviesan el tiempo, que atraviesan las fronteras y van creando nuevos movimientos”.

Aparición con vida fue una frase formulada por las Madres de la Plaza de Mayo que, en la misma época, los años de 1970, también se conectó con el origen de otros movimientos, como el de la unión feminista argentina. A las integrantes de este primer grupo feminista, como a las Madres de la Plaza de Mayo, también se les decía las locas; porque loca se consideraba a la que está fuera de lugar, por ‘usurpar’ el discurso público restringido a los hombres, y no adecuar su habla a las normas patriarcales del discurso institucional.

Mujeres, travestis, lesbianas y trans precedieron a 'Ni una menos', “y nos dieron la fuerza para nosotras tener este lenguaje que llevamos a la calle, que llevamos al congreso, que llevamos a todas las instituciones, y que está permeando todas las prácticas políticas y sociales”.

La de las locas es una idea que también permite a las mujeres pensarse fuera de su identidad, en una tensión entre identificación y desindentificación, que construyó un código de ruptura como el de las 'lenguas filosas'; con el que ellas se atreven a decir con formas por fuera de la norma, usando la risa, el grito, el llanto, el insulto, la injuria, la ironía, el doble sentido, el chiste, el sarcasmo. “Una lengua de locas te contagia, te da una fuerza vital, porque justamente la fuerza de la loca es la resistencia y la resiliencia”.

Estas lenguas van más allá de la lengua y de lo literario, conmueven el cuerpo y van a la calle. Con sarcasmo, ellas parten de los insultos que las denigran, que tienen que ver con la moral sexual de las mujeres, y dicen: somos la puta que te parió y la concha de tu hermana exigiendo respeto. O subvierten los insultos y en vez de gritar hijo de puta, gritan hijo de yuta (en Argentina, yuta es policía).

Ese grito colectivo a través de acciones masivas “es la poesía bajando a la calle de verdad, es la poesía subiendo de la calle a la academia y a los libros. Así se va construyendo un sujeto colectivo que llamamos la marea”.

La marea y el paro

Al explicar la metodología de la marea, Cecilia dijo que ésta es: una inteligencia colectiva (que fluye, circula, se potencia y empodera), porque ellas sólo pueden pensar juntas, ya que todo lo individual se vuelve apropiación en el capitalismo; es una amistad política, un vínculo revolucionario que les hace construir la familia que desean tener; es autodefensa; es autocuidado.

Es traducción política; es un internacionalismo decolonial, porque las luchas no pueden reducirse a cada país; es horizontal, para mantener una flexibilidad para ir transformando sus ideas y aprender unas de otras, mujeres blancas, indígenas, migrantes, lesbianas; es transversal, porque conecta luchas (feministas, por los territorios indígenas, laborales y salariales); y construye alianzas insólitas, porque sólo así se puede transformar todo.

La marea se autogestiona y va creando nuevas posibilidades, como el paro de mujeres, que es un concepto muy revolucionario, porque las lleva a pensar todos sus trabajos, “a rever qué hacemos todo el día, qué cosa es trabajo para nosotras y qué vas a parar el día que paras; porque no todas tenemos trabajo formal”.

La idea del paro es que todas las mujeres, ricas, pobres, desempleadas, niñas, son trabajadoras; porque todas hacen trabajo no remunerado, trabajo sexual, trabajo reproductivo (que incluye las labores del hogar), “y todas somos de alguna manera explotadas por alguien más, porque nuestro trabajo le rinde beneficios a alguien más”.

Pero cómo paran las mujeres si son desempleadas. Cómo para una niña, cómo para una abuela, cómo para una mujer internada en un hospital, qué cosa va a parar, qué actividad que hace todos los días y reproduce su propia opresión va a dejar de hacer. Palmeiro responde que algunas dejan de usar tacones altos, otras hacen huelga sexual y otras bloquean calles.

El paro de mujeres, que ha incluido a maestras y enfermeras, generó que los hombres tuvieran que trabajar por ellas y empezaran a ver todas las cosas que ellas hacen y que nadie ve, porque están invisibilizadas y esclavizadas permanentemente. “El paro de pronto es como ponerse unos anteojos y empezar a ver todo nítido”.

“El paro para nosotras es un proceso, no es sólo el día del paro. Parar una hora no significa parar la producción capitalista del mundo, para nosotras significa investigar nuestras propias vidas y transformarlas, aunque sea sólo por una hora”.

“El paro es el tiempo revolucionario para nosotras, porque es el tiempo en que nos apropiamos del tiempo, nos apropiamos de nuestro tiempo y de nuestra fuerza”. El paro permite a las mujeres ver sus deseos, ver quiénes son solidarios con ellas el día del paro, ver qué hacen los hombres. “Ver si el marido se va a quedar en la casa con los niños para que una pueda ir a la marcha”.

También revela micromachismos que no son evidentes. “El momento del paro es un momento, para nosotras, de revelación, porque empezamos a ver una serie de cosas que no veíamos”.

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN/ICM

 

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