ANÁLISIS: Arranca la era Trump, la nueva forma de relacionarse con EU

Jue, 19 Ene 2017
A partir de este 20 de enero, comienza una nueva relación de EU con el mundo: Dr. Javier Urbano
  • Foto: Mother Jones
Por: 
Dr. Javier Urbano*

Para este 20 de enero, dará inicio una nueva era en las relaciones de Estados Unidos con el mundo. Desde la segunda mitad del siglo XX, no habíamos asistido al retorno de las políticas cuya intencionalidad son el retraimiento, el cierre de fronteras y de la mayor gravedad, a las propuestas de rechazo a la diversidad desde la potencia más relevante en el mundo.

Con Donald Trump no asistimos a la emergencia de nuevos paradigmas. Hay esencialmente una intención de regresar el reloj a tiempos imprecisos, indefinidos en que, dice Trump, Estados Unidos eran una nación grande y respetada. “Volver a hacer grande a América” pareciera equivaler a la noción de cerrar fronteras físicas y delimitaciones sociales, religiosas y étnicas, en favor de grupos sociales específicos y dentro de los cuales no caben los musulmanes, las minorías étnicas, las mujeres o los indocumentados.

En los procesos sociales existen frecuentemente límites entre los deseos, la voluntad y la terca realidad que impone restricciones precisamente a esos deseos. Valgan algunas consideraciones entonces para ver con ojos críticos el ideario de Trump en los siguientes cuatro años:

  • El cierre de acuerdos comerciales y en rechazo a nuevos compromisos comerciales. Si bien es cierto existe la intención de retraer a la Unión Americana de instrumentos como el Tratado de Libre Comercio (TLC), habría que preguntarse sobre tres cosas: el tiempo que tardaría en lograrse una supuesta cancelación o una renegociación; la respuesta de los actores vinculados a dicho acuerdo que han ganado mucho con este instrumento, no necesariamente en forma equitativa y tres, ¿cómo se sustituirían los empleos originados en estos procesos de intercambio comercial?, desglobalizar, como dicen algunos especialistas, supone asumir el reto de ofrecer una alternativa y no parece haber nada en el horizonte que permita visualizar que la gestión Trump tenga el margen de maniobra suficiente para sustituir empleos derivados de un tratado con los que se podrían generar internamente.
  • Las propuestas de crecimiento, apoyo a la clase media y una baja de impuestos. Para la mayor parte de los economistas, aumentar los apoyos sin ampliar la base impositiva equivale a generar problemas de orden inflacionario, de aumento de los tipos de interés o de apreciación del dólar. Si a eso añadimos la promesa de crecer por arriba del 4% que hace Trump, la fórmula es poco menos que imposible. Esta situación se hace más compleja si como oferta la próxima administración, se cancelarán o renegociarán acuerdos comerciales, que son una parte importante de la base económica de esta potencia.
  • En materia de migración, la apuesta de la administración Trump es posiblemente la que contenga mayores impactos negativos, porque se asienta en un discurso excluyente y racista. La oferta de construir un muro en la frontera con México no es una novedad porque en sus términos generales el muro ya está construido; la promesa de deportar a tres millones de inmigrados irregulares que hayan cometido algún ilícito, es un proceso consolidado con los más de tres millones de deportados en el gobierno de Barack Obama. En este sentido, estas promesas tienen el objetivo de mantener la atención  y la lealtad del electorado que votó por él. En este contexto, quizá el mayor impacto sea el de la generación de rencores sociales y división en clave étnica, racial o religiosa. Es ahí donde radica el gran riesgo de la siguiente administración.

Respecto de México, parece que hay una desmedida atención al proceso interno de Estados Unidos, y poca o nula atención en el desarrollo de las competencias internas para enfrentar los cambios en el país vecino. Entre las varias urgencias que requiere atender la presente administración mexicana están: el fortalecimiento de las políticas locales de atención a retornados o deportados, esto es, las acciones de integración o reintegración del propio migrante y de sus dependientes; el rediseño de las políticas educativas, especialmente las relacionadas con la protección de los estudios que muchos jóvenes realizaron en Estados Unidos y que debieran ser reconocidos en el país bajo esquemas ágiles y sencillos; el rediseño de las estrategias de enseñanza, con especial énfasis en la realidad bilingüe que viven o vivirán los jóvenes que regresan con los deportados o retornados, y que han tenido poco o nulo desarrollo del idioma de sus padres; el replanteamiento de la relación que el gobierno ha tenido y tiene con la comunidad mexicana radicada en Estados Unidos, la cual con frecuencia se ha usado como como botín político-electoral. Reevaluar su papel de socio, gestor, intermediario o promotor, equivale establecer un nuevo escenario de vínculo con esta creciente población.

Finalmente, y en sus términos más generales, el gobierno de México requiere de mirar sus debilidades internas sin perder de vista la importancia de la Unión Americana en su devenir presente y de futuro. Es falso afirmar que todos los efectos negativos en el país se originen por “causas externas” –léase Estados Unidos– sin reconocer que el impacto de lo que sucede en aquel país se da exactamente en la misma proporción que el México no se prepara internamente para atenuar tales efectos.

*El Dr. Javier Urbano es coordinador de la Maestría sobre Migración, del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (DEI). Además, es profesor e investigador del DEI
 
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