Si los jóvenes no tienen asegurado un derecho a la educación efectivo su proyecto de vida hacia el futuro estará totalmente negado, pues “no hay posibilidad de que un joven sin educación pueda tener una perspectiva mínima de desarrollo social y humano”, consideró el doctor Mario Cruz Martínez, académico del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Desafortunadamente, las autoridades no están visibilizando las necesidades de los jóvenes, y al no hacerlo, están aumentando los riesgos para la sociedad mexicana hacia el futuro, al alimentar los procesos de discriminación y de desigualdad estructural, que terminan por derivar, entre otras cosas, en un aumento de la pobreza.

Por tal motivo, el catedrático de la IBERO afirma que los sistemas democráticos y los modelos del derecho tienen como asignatura pendiente visibilizar los derechos humanos de los jóvenes, es decir, sus necesidades, sus intereses y sus expectativas.

Es en este contexto en que el Dr. Mario Cruz publicó el libro Los derechos humanos de los jóvenes (editado por Tirant lo Blanch), que nació como una inquietud con motivo de la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero; un evento que para el docente es “el momento que marcó un antes y un después en materia de expectativas de los jóvenes en nuestro país”.

Esta desaparición masiva de estudiantes ilumina claramente cómo se encuentra la administración y procuración de justicia en México, y cómo en nuestro país y en Latinoamérica están parados los jóvenes frente a los procesos de justicia, y en cuyos reclamos no confían los modelos institucionales, que además de cuestionarlos, incluso llegan a criminalizar las reivindicaciones de las juventudes.

Pero más allá de esos procesos de criminalización y del desencanto que sienten, las y los jóvenes están evidenciando que cuando algo no funciona hay herramientas políticas muy claras para denunciar la falta de cumplimiento de sus derechos; “me refiero a procesos de manifestación y movilización social”.

Al respecto, Cruz Martínez aborda, en la primera parte de su libro, el movimiento Yo soy 132 en la IBERO, y el movimiento estudiantil en Chile en 2011 (del cual la joven Camila Vallejo se volvió la figura más pública), que ayudaron a entender que cuando los derechos no son respetados hay una forma clara para evidenciar esa falta de cumplimiento: la movilización social; en la cual “la movilización estudiantil es la herramienta política por excelencia para ese tipo de procesos”.

Ya que en materia de derechos humanos históricamente los jóvenes han quedado en medio, es decir, hay muchos derechos para las y los niños (como el interés superior de la infancia), y para los adultos (con todos los derechos humanos tradicionales), el profesor aprovechó su experiencia para tratar, en la segunda parte de su texto, lo que él llama ‘la caja de herramientas de los derechos humanos de los jóvenes’.

“Lo que hice fue construir, desde los derechos humanos y sus principios, estándares efectivos de protección de los derechos humanos de los jóvenes. Por ejemplo, dentro de sus derechos sociales, el derecho al primer empleo”, un tema crucial para México y América Latina.

Otro tema al que, a decir de Cruz Martínez, hay que darle continuidad, es el de los derechos sexuales y reproductivos de los jóvenes, quienes hoy en día están enfrentando cambios grandes en la manera de relacionarse, de ver el amor y de ver el poder. Por ello, “una categoría de derechos que yo creo que se tienen que trabajar, que se tienen que potenciar adecuadamente por las instituciones, es la de los derechos humanos vinculados a la salud sexual”.

Derecho a la vivienda es otro derecho social de los jóvenes que requiere atención, porque es muy difícil que una persona pueda, incluso imaginarse, tener en su juventud una vivienda.

Ante la falta de cumplimiento de estos derechos, y debido a los comentarios sobre sus expectativas que le hacen saber sus jóvenes estudiantes, es que el Dr. Cruz desea que su libro pueda ser visto por las y los lectores jóvenes como un manual de actuación en el ejercicio de sus derechos humanos.

Y al comentar las demandas que sus alumnos y alumnas le han dado a conocer, Cruz Martínez dijo que están, la exigencia de un proceso educativo menos vertical y más horizontal, y que los docentes les enseñen a hacer, no tan sólo a conocer. “Hoy día a los docentes los jóvenes nos están reclamando el conocimiento de herramientas, de acciones, para poder cambiar su entorno”.

Asimismo, un tema que ha advertido en sus clases, es la demanda de igualdad efectiva hombre-mujer, particularmente exigida por las jóvenes. “Yo estoy gratamente convencido de que en los últimos 10 años las mujeres se han articulado como un personaje central de los procesos educativos, y están exigiéndole a los profesores, a las universidades en el país, nuevas maneras de entender lo público”.

Texto y foto: PEDRO RENDÓN/ICM