#REFLEXIÓNIBERO: 14 de febrero, entre el paraíso y el infierno del amor

Mar, 14 Feb 2017
El olvido no existe; el camino del duelo es un proceso que se tiene que vivir
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Por: 
Mtra. María Eréndira Aréchiga Silva*

"Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”, eacribió Pablo Neruda en su Poema de Amor 20, y así como él, otros artistas en muchas de sus obras describen la necesidad de olvidar el amor que se ha ido, el amor que nos traicionó o el amor al que se decide renunciar porque no es posible pagar el alto precio de su entrega, aunque hay quienes dicen “pégame, mátame, pero no me dejes”. En muchos de los poemas, canciones, obras de teatro, novelas y expresiones artísticas intentan sanar el dolor que nos causan las heridas de amor. Estas expresiones permiten desahogar la tristeza, es una catarsis para elaborar el duelo, es el intento de un corazón roto que trata en forma desesperada de sanar, de reestablecer el equilibrio. Parece que en las expresiones artísticas, el dolor por la pérdida del objeto de amor, despierta en los compositores una inspiración producto de la pena que los aqueja. Puccini en su ópera Madame Butterfly, narra la traición que sufre una geisha cuando descubre que su amado la traiciona y olvida su pacto de amor. Para la dignidad y sentido de honestidad de una geisha es preferible suicidarse (harakiri) a vivir con tal deshonor. William Shakespeare decía que “la pena de amor que no se habla, habitará en el corazón hasta romperlo”. En nuestros compositores mexicanos tenemos muchos ejemplos, como composiciones del recién fallecido Juan Gabriel: Tú estás siempre en mi mente, Desde que te conocí; de Álvaro Carrillo: Seguiré mi viaje, Sabor a ti; de Armando Manzanero, su famosa canción Te extraño. Podríamos citar a muchos compositores que expresan en sus obras los sentimientos de dolor que sienten a causa de la separación, al dolor que viven por no poder continuar con la historia de amor que alguna vez existió. El amor es el motor que mueve al mundo, es la semilla que da nacimiento a la vida, es la energía que construye un Tú y Yo para nacer un Nosotros. Es la complicidad, confianza y entrega que comparten los que aman. Pero la otra cara de la moneda es que el amor que dio vida, también tendrá que terminar algún día; el Nosotros volverá a convertirse en un Tú y Yo. El Yo se reconstruye, no vuelve a ser el mismo. Jorge Luis Borges menciona: “Sólo aquello que se ha ido nos pertenece”, es el significado de interiorizar la pérdida, es decir, los seres que hemos amado siempre vivirán en nuestros recuerdos. Los recuerdos de amor nutren la vida, alimentan el gozo por vivir, permiten reconocer los sentimientos sublimes que valen la pena vivir. Aunque los caminos del amor nos llevan a circunstancias fuera de cualquier control, a veces no puedes amar a quien te ama; otras veces pierdes al ser amado por causas naturales; otras veces vives con el amor y no lo reconoces; otras veces algunas enfermedades nos separan; otras amas con todo el corazón y el otro no entiende tu forma de amar, te aman pero no se recibe lo que necesitas. Se dan muchas combinaciones que nos hacen amar y sufrir. Sin embargo, casi todos queremos entrar al paraíso del amor, sentir que se está completo que todo parece ser perfecto. Entramos y salimos para pasar de un paraíso a un infierno. Así es el vaivén de las emociones y necesidades. En el Día de San Valentín o Día del Amor y la Amistad se manifiestan muchas formas de querer expresar el amor, nos lleva a comprar regalos, hacer llamadas, mandar mensajes, expresar en diferentes formas que el vínculo de amor se renueva. El amor requiere renovación, satisfacción para alimentar la llama y que no se apague. Muchos otros, viven esta fecha sin poder renovar el vínculo de amor, no existe la otra parte para escuchar o para recibir el regalo que lo exprese. Puede ser que se renueve la persona amada o que no se tenga con quien expresarlo. A ellos les preguntaría, ¿por qué es tan largo el olvido? El camino del olvido nos atrapa en intentar olvidar el amor sin lograrlo, el olvido nunca ocurrirá, el recuerdo se interioriza para siempre en el Yo. El objetivo es lograr la aceptación, el camino del duelo es un proceso que se tiene que vivir. Implica recordar, lo positivo y lo negativo, permitir las manifestaciones de tristeza, canalizar positivamente el enojo, negociar con las culpas, perdonar, perdonarse. Ser valiente para reconocer la vulnerabilidad del Yo al vivir la entrega. El camino es largo pero vale la pena vivirlo, darse a uno mismo el regalo que permita sanar las heridas de amor. Amar al ser perfecto que ya vive en cada uno de nosotros, renovar el propio amor y desde esa luz alumbrar el camino de otros. En qué me convertí contigo y dónde me perdí sin ti. *La Mtra. Eréndira Aréchiga Silva es profesora de asignatura del área de Desarrollo Humano y coordinadora del Diplomado en Tanatología de la Universidad Iberoamericana

 

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